«Maa»

Pisé la arena y escuché tu aliento, me senté en ella y escuché un bolero de soledad, corrí en el mar y vi un mundo inalcanzable. Seguí corriendo, y el tiempo no pasaba, no avanzaba, pero seguía corriendo. El basto ponto me dejaba ciego, atónito, inmóvil, pero seguía corriendo. Tiempo después llegué a la puerta de tu casa guiado por las estrellas que aún no salían. Olía a tierra fresca, recién trabajada, me acurruqué en la hierba, tomé como almohada un brote de un fruto y cuando me dormí vi que eras más grande de lo que pensaba. En ese momento me dejé abrazar por ti y no pude hacer otra cosa más que dejarme llevar por tus ojos morochos.

Cuando volví a abrir mis ojos me di cuenta que ya no eras ajena a mí, yo era parte de ti y entendí mi condición humana como una conspiración ante la negatividad y la extrema positividad. Me levanté, caminé por los pastizales y según iba caminando me encontré con restos de tu pasado. Guerras interminables, guerras de 3 días o guerras de horas. Sangre y hedor que se ha mezclado en cada gramo de tu agro. Después, miré hacia atrás y me di cuenta que también era parte de mi pasado.

Podía decidir entre regresar, quedarme o avanzar. Si regresaba envejecería con la misma forma de pensar y actuar, si me quedaba, moriría sin tener la posibilidad de moverme, y si avanzaba podría dedicarte un verso…

Aquí estoy, escribiéndote.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar