Esto serà breve, tu sueño abraza, te abraza y es importante descansar. Esto es para ti, solo para ti, un lugar en el cielo, un lugar en un lugar utòpico, un pase gratuito a cualquier liga colosal y triunfante.
Esto es un solo detalle, nada màs, un muy pequeño detalle, pequeño… Un beso que se transporta de suspiro a suspiro, un abrazo con un deseo incesante de transportarse a tu mundo para acaricar-te. Un pestañeo de ojos que desean despertarte cada vez que el Sol puede quemar nuestras plantas de los pies. Un tacto sutil sabor a tequila con naranja y chile en polvo; esto es tuyo. Es tuyo porque, es un regalo y durarà lo que un dìa termina por empezar a hacer.
Esto y aquello es nuestro o es tuyo, tuyo o mìo, nuestro o solo mìo, nuestro. Y ambos, quienes en su momento fuimos aquellos, seguimos caminando sin una direcciòn en concreto, pero caigo como un tonto recordando que tù me tienes. Me tienes y quiero seguir.
Soy parte de un recuerdo, parte de una forma en la que puedes creer que soy, parte de un pensamiento que se fuga cuando piensas en una necesidad, parte de un juego de pies que chocan debajo de la mesa, parte de los de los mismos pies que se bañan debajo de una regadera y que solo bailan entre sí, parte de un juego de cabeceos que sienten la necesidad de caer y sucumbir ante el hombro de una persona. Soy parte de un juego actoral que realiza interacciones que no necesitan ser trabajadas porque están siendo natas. Soy parte de un mundo que desconozco pero que deseo habitar, por desconocimiento racional, por desconocimiento emocional o simplemente por azar del tiempo. Soy parte de una musicalización que se crea en un momento determinado por dos personas que juegan a crear música con completo desconocimiento de la misma.
Soy parte de la muerte y sus pensamientos decadentes y motivacionales, soy parte de un recorrido pictórico que crea una pintura viva, soy parte de una danza que desea abrazarte, soy parte de un choque de brazos al momento de caminar por una calle empedrada, soy parte de un deseo que en este momento no desea que termine. Soy parte de una ciudad que puede encontrarse con personas completamente desconocidas. Soy parte de una palabra que parte de un texto escrito que se puede partir en dos.
Parto de mi pasado, de mi presente que se convierte en mi futuro al pensarlo, y para ser sincero, no deseo partir del lugar del cual he partido.
Pisé la arena y escuché tu aliento, me senté en ella y escuché un bolero de soledad, corrí en el mar y vi un mundo inalcanzable. Seguí corriendo, y el tiempo no pasaba, no avanzaba, pero seguía corriendo. El basto ponto me dejaba ciego, atónito, inmóvil, pero seguía corriendo. Tiempo después llegué a la puerta de tu casa guiado por las estrellas que aún no salían. Olía a tierra fresca, recién trabajada, me acurruqué en la hierba, tomé como almohada un brote de un fruto y cuando me dormí vi que eras más grande de lo que pensaba. En ese momento me dejé abrazar por ti y no pude hacer otra cosa más que dejarme llevar por tus ojos morochos.
Cuando volví a abrir mis ojos me di cuenta que ya no eras ajena a mí, yo era parte de ti y entendí mi condición humana como una conspiración ante la negatividad y la extrema positividad. Me levanté, caminé por los pastizales y según iba caminando me encontré con restos de tu pasado. Guerras interminables, guerras de 3 días o guerras de horas. Sangre y hedor que se ha mezclado en cada gramo de tu agro. Después, miré hacia atrás y me di cuenta que también era parte de mi pasado.
Podía decidir entre regresar, quedarme o avanzar. Si regresaba envejecería con la misma forma de pensar y actuar, si me quedaba, moriría sin tener la posibilidad de moverme, y si avanzaba podría dedicarte un verso…
(Anotaciones del libro «El arte de amar» – Erich Fromm)
No deseo ser deseable para ti.
No quiero ser una mercadería humana en donde para ser atractivo necesito ser sociable y tolerante.
No soy un objeto disponible en el mercado, ni quiero enamorarme por haber encontrado el mejor objeto amado.
Y si el amor es un arte, necesitaría trabajarlo de manera teórica y práctica hasta que estas 2 se fundan y aparezca la intuición como un proceso de discernimiento.
Deseo amar para beneficiar al alma sin conseguir un bien material o prestigio social.
Deseo amar desarrollando la razón, encontrando una mera armonía humana.
No quiero encontrar la solución a la separación o a la soledad a través del acompañamiento.
Y si en algún momento rompo con mis ideales y me convierto en un ser bruto, deseo ser brutalmente honesto.
No deseo usar la misma forma de unión que está lejos de ser la solución que con mayor frecuencia ha elegido el ser humano en el pasado y en el presente: la unión basada en la conformidad con el grupo, sus costumbres, prácticas y creencias.
Deseo sabernos unidos y solos al mismo tiempo. No en co-dependencia con el otro u otra; pues no deseo seguir un sistema dictatorial ni democrático en una relación sexo-afectiva.
No busco una respuesta a la búsqueda de unión; no busco conformidad en un grupo o rebaño para no encontrarme con mi soledad.
No tengo miedo a ser diferente a los otros para encontrarme conmigo mismo.
No tengo una necesidad de conformismo, ni la busco. También deseo la incomodidad y el cuestionamiento en una relación afectiva.
No deseo que seas un medio para realizar mis fines.
Tienes que saber que llegaré a ser quien deseo ser, incluso si no estoy contigo. Mi individualidad no desea lo mismo que mi colectividad social.
Quiero recordar que soy un hombre, un individuo único, al que solo le ha sido otorgado una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con un anhelo de amor y el miedo a la nada.
Busco una actividad creadora, una unidad interpersonal.
Deseo tomar riesgos como lo hago ahora; tomar decisiones, no quiero renunciar a mi integridad.
No eres todo para mi, ni deseo que lo seas. Pues estaría idealizándote, y eso sería un gran error; no me considero una persona sádica ni masoquista.
Busco la unión como una condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad.
No deseo una pasión: envidia, celos ni ambición, ni cualquier avidez. Deseo una acción, la práctica de un poder humano, que sólo pueda realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión.
Deseo una acción que implique esfuerzo, pues «en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad».
Deseo dar lo que está vivo en mí, mi alegría, mi interés, mi compromiso, conocimiento, humor y tristeza. Todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en mí.
Deseo realzar el sentimiento de vida de otra persona al exaltar el mío propio.
Deseo trabajar por aquello que amo y amar aquello que trabajo.
Deseo tener la capacidad de verte tal como eres, tener conciencia de tu individualidad única. Preocuparme porque crezcas y te desarrolles tal como eres.
Respetar sobre la base de la libertad.
«Amo a todxs en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mi mismo»
No deseo conquistar ni ser conquistado, ni accionar por vanidad, ni por el deseo de herir ni de destruir. No quiero caer en la idea errónea de amar porque deseo físicamente. No deseo unir el deseo sexual a la idea del amor. Ni que la atracción sexual, cree por un momento, la ilusión de la unión.
No deseo enamorarme y no sentir amor por alguien más; no deseo a la unión como una ilusión en donde no puedo amar a alguien más.
Deseo amar por decisión, por juicio propio, por compromiso y por voluntad.
Deseo amar a una persona porque entiendo que hacerlo es amar al ser humano como tal.
Deseo amar porque entiendo que en el mero acto de amar, no encontraré un remedio para la soledad. Pues entiendo que esta no es una enfermedad, sino una decisión amorosa hacia conmigo mismo.
No quiero enamorarme, no quiero cegarme de la realidad, no quiero ser un ser compulsivo a través de ello; ni constituir una transferencia de los objetos amorosos de la infancia.
Deseo no solo la satisfacción sexual recíproca y el amor como «trabajo en equipo» que constituyen las 2 formas «normales» de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea.
No deseo la condición básica del amor neurótico que radica en el hecho de que uno de los 2 «amantes» han permanecido ligadas a la figura de un progenitor y transfieren los sentimientos a la persona amada.
No deseo ser amado, sino amar.
No deseo admiración del ser humano amado.
Busco el aquí y el ahora de la relación con otra persona real.
No deseo evadir mis problemas propios y enfocarme en las flaquezas del ser amado.
No deseo la ilusión de que el amor significa necesariamente la ausencia de conflicto; no deseo evitar el dolor y la tristeza.
No deseo evitar los verdaderos conflictos reales.
No deseo un lugar de reposo, sino un moverme, crear, trabajar juntos, habiendo armonía o conflicto, alegría o tristeza. Deseo ser uno conmigo mismo para ser el uno con el otro u otra.
Amar es una experiencia personal que sólo podemos tener por y para nosotros mismos.
Pero para amar, necesito comenzar por practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de mi vida.
Deseo ver a la gente y las cosas tal como son.
«Paradójicamente, la capacidad de estar solo es la condición indispensable para la capacidad de amar».
Quiero escribir. Quiero escribirte. Quiero y quiero y mientras más pasa el tiempo, te quiero aún más. Te quiero a mi lado, pero ¡oye! No pienses que deseo una forma de manipulación ni de control. Sólo quiero saber qué se siente estar a tu lado. ¿Qué pasaría si nos mantenemos en silencio por unos minutos? Así, sin decirnos nada, sin decirnos. Sin decir: nos.
Siempre me ha sorprendido la forma en que la imaginación inventa o crea historias que realzan el ego de uno o una misma. Y, cada vez que llega ese momento, lo único que quiero hacer es decirte palabras sin sentido que creen un sentido al decirlas. Algo como: «Me enamoré, perdí. 2-0. Así que corrí, me encontré con tus grandes ojos, no, en serio, grandes ojos. Ahí, me miré, es decir, te miré, pero, me miré. En tus ojos. Los míos. Y nunca funcionó, eso que aprendí en algún momento, nunca funcionó, no me sirvió de nada ser «caballeroso» (eso ya no existe), ni atento, ni amable, ni gracioso, ni… no sé. No sirve, no ahora, no lo quiero. Nani te, kini, kena kala. Así, indescriptible, inexistente quizá, pero intencionado. Un coqueteo, bueno, dos. Después sonrío y me quiero ir. Quiero correr, pero después regresar corriendo al lugar en el que estaba sentado, escuchándote, escuchando tus ojos, tus manos, tus labios. Es que, a ver, dejémonos de mamadas, bueno, me dejaré de mamadas. Es como un reflejo de la luna en un lago. Puedes tener la luna en tus manos, sobre tus manos, mientras que el agua cae sobre ellas, pero sabes que se irá. Es decir, ¿Cómo lo digo? ¿Cómo digo? ¿Un solo beso o una caricia o una mirada y guardar la charlatería para otro día? No, mejor algo así como un…
Vámonos. Después regresamos por un esquite, o por tortillas hechas a mano, o simplemente por tortillas. Después regresamos por un tejuino con nieve de limón. O por un raspado de tamarindo. Bueno, por un pulque de la Paloma Azul. O por un tequila blanco. ¿Te imaginas? Por unas lentejas con plátano frito. O por una salsa de molcajete, o por un guacamole con tantita sal, chilito y limoncito. Después regresamos, pero, vámonos.